Los duros sevillanos, falsos y amados a la vez por coleccionistas y comerciantes

Más de cien años luego de su retirada, las monedas de cinco pesetas del último cuarto del siglo XIX no dejan de provocar fascinación. Dignas sucesoras de los fantasticos reales de a ocho, con sus impresionantes medidas y su contenido de plata de 900 milésimas, conforman una parte irrenunciable para algún coleccionista de moneda de españa actual. Además, su cercanía en el tiempo hace de ellas un artículo muy que se encuentra en nuestros hogares, bien con apariencia de herencia de abuelos o bisabuelos o bien como reducido tesoro encontrado en el fondo de algún cajón. Todas esas personas que también de conservarlas pretendan estudiarlas mínimamente acabarán en varios casos encontrando algún aspecto que no encaje con la especificación oficial de los duros de plata. No tienen que en ningún caso preocuparse, lo verdaderamente seguro es que se hayan topado con un duro sevillano.
Sobre estas monedas falsas de etapa se escribió y discutido extensamente, algo que no es para menos porque el asunto tuvo gigantes consecuencias socioeconómicas en la España que transitaba del convulso siglo XIX al dudoso siglo XX y tuvo un significado el comienzo del fin del circulante de plata en nuestro estado. Las monedas falsas de etapa, lejos de desanimar al coleccionismo, tienen que ser útil de estímulo debido a que, más allá de representar una costumbre como mínimo poco ética, tienen dentro una colosal carga de trabajo y un visible talento, toda vez que los falsificadores no tienen la posibilidad de en la mayoría de los casos tener los mismos medios que su enorme contrincante en este campo: el estado.
Variados, atractivos, abundantes, de buena plata… y todos falsos. Eso sí, de época: los duros sevillanos
En cualquier situación, leer sobre los duros sevillanos puede ser útil para responder a cuestiones que bastante más de una vez han asaltado a coleccionistas y investigadores de la moneda española: ¿por qué son tan abundantes las imitaciones?; ¿cómo es que muchas de las emisiones de plata tienen un precio tan accesible? y ¿por qué no observamos más duros de plata luego de 1899?
El origen del asunto está en la bajada del precio de la plata que sucedió a lo largo de el último tercio del siglo XIX. La economía de españa de la etapa se encontraba lejos de ser boyante. Mientras nuestros vecinos de europa emprendían un desarrollo paulatino de industrialización y expandían sus territorios de ultramar para asegurarse las materias primas primordiales, España había perdido la mayor parte de sus provincias de ultramar después de las invasiones napoleónicas e iniciaba la modernización de su economía a trompicones. En un marco de recurrente inestabilidad, con guerras civiles periódicas, conflictividad popular, escasa industrialización e irrelevancia en todo el mundo, los distintos gobiernos tanto de Isabel II como del llamado Sexenio Innovador se vieron abocados a un recurrente endeudamiento, gastando siempre por arriba de sus opciones.
Sin embargo, a la estabilización que pudo hallarse a lo largo de la etapa de la Restauración desde 1874 se sumó un hecho inesperado: el hallazgo de nuevos yacimientos de plata en México y USA. La abundancia de este metal ocasionó la consiguiente caída en su precio, algo que a los gobiernos españoles actualmente les vino de perlas. La escasez de oro ordenó por ley a que las primordiales acuñaciones de moneda de españa debían ser en plata, cuyo bajo precio dejaba en este momento a los gobiernos inyectar liquidez en el sistema produciendo enormes proporciones de duros a bajo coste. Para hacernos un concepto, se estima que el valor intrínseco de una moneda de cinco pesetas debía ser de todos modos de dos y media.

Desde luego, esto era algo que el público no debía saber: en aquel instante aún se presuponía que las monedas debían tener un valor intrínseco acorde con su valor facial. En épocas anteriores las depreciaciones del circulante de plata fueron muy evidentes: al anunciar novedosas monedas con menor contenido en plata quedaba clara la participación del estado en una medida terriblemente impopular que aumentaba sus capital a costa del poder de compra de los ciudadanos. En la situacion que nos ocupa, el estado se libraba de tener que devaluar la plata, ya que ya había caído su precio, y dejaba que los particulares continuaran con sus quehaceres suponiendo que el valor real de las monedas de plata coincidía con su valor facial.
Sin embargo, así como ha dicho cierto presidente estadounidense de la etapa, “se puede estafar a algunos en todo momento y a todos a lo largo de algún tiempo, pero no a todos todo el tiempo”. Cuando los españoles de caminando han comenzado a saber lo que sucedía no tardaron los falsificadores en accionar, inundando verdaderamente el circulante de plata de duros falsos elaborados en talleres clandestinos. La paradoja del caso es que las mismas autoridades debieron llevar a cabo la visión gorda, temerosas de que accionar contra la falsificación significara accionar contra sí mismas. Estos duros, apodados “sevillanos” gracias a la invención de la gente de que un noble de esta ciudad se encontraba detrás de la construcción de moneda falsa con la aquiescencia de las autoridades, eran falsificaciones de alta calidad, por ejemplo cosas porque se empleaba una plata de semejante pureza (a ocasiones inclusive superior) que la usada por el estado. El acabado final, como puede comprobarse al ver de cerca estos duros es de todas formas asombroso: a fácil vista es básicamente irrealizable distinguir uno falso de uno real.
La intensidad de la falsificación fue tal que a inicios del siglo XX la utilización de duros sevillanos se encontraba fuera de control: se estima que precisamente un cuarto del total de duros de plata en circulación eran falsos. Como resultado, éstos acabaron perdiendo su valor y básicamente no eran aceptados en ningún sitio, todavía siendo inequívocamente auténticos, lo que amenazaba a la economía de españa con un compromiso serio de colapso. Finalizar con la emisión de duros de plata en 1899 dió a conocer no ser bastante, de tal forma que el gobierno de Antonio Maura no tuvo más alternativa que intervenir de manera directa para parar esta espiral, emitiendo una Real Orden en 1908 por la cual se canjearían las monedas de 5 pesetas por recibos con su valor de mercado en plata, oséa, 2,5 pesetas por parte. Frente la lógica falta de respuesta de parte de la ciudadanía, que prefería atesorar las monedas a perder poder de compra, se rectificó esta Real Orden con una posterior donde se brindaba a los particulares un canje por el valor facial, oséa, 5 pesetas por moneda de duro, lo cual sí animó a varios particulares a dar sus piezas. Todavía de esta forma, esto no desanimó en absoluto a los falsificadores, que vieron en esta medida su más reciente ocasión de “colar” duros falsos en lugar de dinero real, lo que llevó a varios talleres clandestinos a trabajar a pleno desempeño por lo menos mientras el tiempo de canje estuviera vigente.
Para evadir esta desafortunada circunstancia más adelante, se han tomado medidas de más grande alcance que evitaran el estafa popularizado, como la regulación de las importaciones y del mercado nacional de la plata. En cualquier situación, el circulante de este metal quedó herido de muerte, desapareciendo de a poco en las siguientes décadas y dando paso a un uso más popularizado de los billetes, que en aquel instante constituían una garantía de depósito en oro del Banco de España, y de las monedas de níquel desde la década de 1920. Una parte importante de los duros, sevillanos o no, quedó en los cajones de nuestros abuelos y bisabuelos: al final de cuenta, tenía que ver con plata de calidad y jamás se sabía si podía llegar a llevar a cabo falta en algún instante.
Pasando a un chato más efectivo, ¿cómo tenemos la posibilidad de distinguir los duros auténticos u oficiales de los falsos? Hay muchas formas, de hecho los coleccionistas tienen a su disposición larga literatura sobre esto (de entre la más popular, la “Guía de los Duros Sevillanos”, de José Francisco Martínez Roca) pero el aspecto clave tiende a ser el peso: un duro real siempre pesará 25 gramos. exactos, siempre con un reducido margen de unas décimas por arriba o abajo. Si pesa sensiblemente menos de 25 gramos., pongamos que 22-23 gramos., es falsa con total seguridad. Por esto, lo verdaderamente aconsejable es hacerse con una báscula de exactitud.
El diseño además puede sugerir pistas valiosas aunque aquí las diferencias son muchísimo más sutiles debido a que, como más arriba indico, los acabados son claramente buenos. Todavía de esta forma, uno de los aspectos que puede delatar a los duros sevillanos son las rayitas del escudete de las flores de lis en el reverso: los auténticos tienen que tener 21, quedando fuera de esta categoría todo lo que quede por arriba o abajo. Se ve ser además que la tipografía de las letras (la F de ALFONSO XIII concretamente) puede ser esencial, en cualquier situación va a ser primordial cambiar totalmente la lente de la cámara y, desde luego, tener duros inequívocamente auténticos para lograr contrastar.

En determinante, y siempre comentando desde la vivencia personal, sugiero a todos los coleccionistas o sencillamente apasionados en el dinero obsoleto no desanimarse cuando descubran entre sus piezas preferidas uno o numerosos duros sevillanos: al final de cuenta, hablamos de monedas de plata de excelente calidad, con diseños atractivos y una importancia histórica indiscutible, debido a que no solo circularon adjuntado con los auténticos, sino que además dejaron una huella imborrable en al imaginario habitual, más que nada en la letra de la famosa zambra interpretada magistralmente por Imperio Argentina:
“Gitana que tú vas a ser
como la falsa moneda
que de mano en mano va
y ninguno se la queda”
- Bulgaria se incorporará a la Zona Euro con sus nuevas monedas del Caballero de Madara
- Cómo conseguir el envío gratis en SHEIN [TRUCOS y Claves para pagar menos]
- Cómo contactar con SHEIN
- El SEPECAM ¿Qué es, que servicios ofrece y cómo pedir cita previa?
- Los 7 mejores traductores de inglés a español gratis
- Monedas de 2 euros más valiosas, de hasta 2.950 euros
- Todos los mapas de España para descargar e imprimir (Físico y Político)
- Pueblos de España que necesitan gente para vivir y trabajar
- ¿Quieres saber el estado de tu solicitud de Ingreso Mínimo Vital?
- 36 frases para felicitar el día de los Reyes Magos
Si quieres conocer otros artículos parecidos a Los duros sevillanos, falsos y amados a la vez por coleccionistas y comerciantes puedes visitar la categoría Finanzas.
Deja una respuesta
Más artículos interesantes